Durante mucho tiempo, la ciencia y la espiritualidad se consideraron caminos opuestos: uno basado en datos y experimentos, el otro guiado por la fe y la intuición. Sin embargo, un número cada vez mayor de profesionales ha buscado unir estos dos mundos, demostrando que la razón y la creencia pueden ir de la mano en el cuidado de la salud y el bienestar.
Ciencia y espiritualidad
Este es el caso de Doña Alma, terapeuta holística humanizada y naturópata, quien lleva consigo la sabiduría de generaciones de mujeres espiritualizadas. Proveniente de una familia de benzederas y lectoras de borra de café, ella creció en un ambiente donde la fe hacía parte de la rutina. No tuve un llamado específico. La espiritualidad siempre ha estado en mí, como algo natural, explica.
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A pesar de su profunda conexión con el mundo espiritual, siempre buscó una base técnica para ofrecer tratamientos serios y responsables. Necesito entender a las personas, sus sentimientos, el dolor del otro. Busco ese conocimiento directamente en el Padre Mayor, pero también estudio, porque creo que la espiritualidad debe ir acompañada de responsabilidad, afirma.
Estudios y conocimientos
En los últimos años, la ciencia ha mirado con nuevos ojos prácticas que antes se consideraban solo místicas. Diversas investigaciones en psicología, neurociencia y medicina integrativa demuestran los beneficios de la espiritualidad y las terapias complementarias en el equilibrio del cuerpo y la mente. Estudios de la Universidad de Harvard, por ejemplo, indican que prácticas como la meditación, la oración y el uso de fitoterapia pueden reducir el estrés, fortalecer el sistema inmunológico y promover el bienestar emocional.
He trabajado con hierbas desde que soy niña, pero también quise entender el lado científico de esto. La naturopatía me abrió un mundo nuevo. Es maravilloso ver cómo hoy tenemos pruebas científicas que confirman lo que nuestros antepasados ya sabían de forma intuitiva, relata.
Lo más importante que podemos tener es nuestra fe
La terapeuta cree que la mayor riqueza de su trabajo está en la entrega y el amor al prójimo. Cuando hacemos el bien, recibimos cosas que el dinero no puede comprar. Lo más importante que podemos tener es nuestra fe en el Padre Mayor, dice. Para ella, la espiritualidad no se pierde por falta de fe, sino por factores sociales que alejan a las personas de lo sagrado.
Su propósito es claro: llevar paz, bienestar y la presencia de lo divino a quienes buscan equilibrio. Si logro compartir un poco de lo que tengo dentro de mí con otra persona, ya me siento realizada, concluye.
En un mundo cada vez más orientado al consumo y al rendimiento, la unión entre ciencia y espiritualidad surge como un camino prometedor para un cuidado más humanizado e integral; un camino que rescata lo esencial: la conexión con el otro y con algo superior.