Mercurio retrógrado en Leo invita a todos los signos a revisar pensamientos, actitudes y creencias relacionadas con el amor propio. Como Leo es un signo de brillo personal, expresión y autovaloración, este movimiento retrógrado propone un reencuentro con la verdadera identidad, lejos de las máscaras, de las exigencias externas y de las inseguridades. Por eso, echa un vistazo a lo que tu signo necesita revisar:
Aries, Leo y Sagitario
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Impulsivos, valientes y llenos de energía, los signos de Fuego suelen parecer seguros de sí mismos, pero a menudo ignoran sus propias vulnerabilidades para mantener una imagen fuerte. Por eso, durante Mercurio retrógrado en Leo, es hora de reevaluar cuánto se están valorando de manera auténtica, sin depender de la validación de los demás.
La pregunta clave es: “¿Me estoy admirando por quién soy o por lo que los demás esperan de mí?”
Tauro, Virgo y Capricornio
Prácticos y exigentes, los signos de Tierra suelen asociar la autoestima con la productividad y la estabilidad. Sin embargo, este tránsito desafía la idea de que el valor personal está vinculado a lo que se hace o se logra. El momento invita a revisar patrones rígidos y abrazar la imperfección.
El amor propio aquí necesita anclarse en el simple hecho de existir, no solo en los resultados o en el reconocimiento externo.
Géminis, Libra y Acuario
Géminis, Libra y Acuario suelen estar orientados hacia el mundo externo, descuidando el autocuidado emocional. Este tránsito retrógrado propone una pausa para reflexionar:
“¿Qué me estoy diciendo a mí misma en mis pensamientos?”
El amor propio, en este caso, pasa por cultivar un diálogo interno más amable, evitar comparaciones y reconocer las propias ideas y trayectorias con más aprecio.
Cáncer, Escorpio y Piscis
Los signos de Agua tienden a entregarse demasiado y, a menudo, olvidan ponerse en primer lugar. Con Mercurio retrógrado en Leo, es momento de preguntarse si están buscando el amor propio a través de la aprobación ajena o de los vínculos emocionales.
La propuesta es cultivar más autonomía afectiva, reconociendo el propio valor sin depender de otros para sentirse especiales.